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jueves, 15 de marzo de 2012

El Respeto:

La
vida sociedad nos hace reflexionar sobre el valor del respeto, esto trae
aparejado la necesidad de establecer algún tipo de certezas en torno a las ideas
y la tolerancia. Es decir: ¿Qué hay que saber sobre el Respeto, la Pluralidad y
la Tolerancia?


Respeto, Pluralismo y Tolerancia :

Cuando hablamos de respeto hablamos de los demás. De esta manera, el respeto
implica marcar los límites de las posibilidades de hacer o no hacer de cada uno
y donde comienzan las posibilidades de acción los demás. Es la base de la
convivencia en sociedad.

Las
leyes y reglamentos establecen las reglas básicas de lo que debemos respetar.
Sin embargo, el respeto no es sólo hacia las leyes o la conducta de las
personas. Por el contrario, se relaciona con la autoridad, como sucede con los
hijos y sus padres o los alumnos con sus maestros. El respeto también es una
forma de reconocimiento, de aprecio y de valoración de las cualidades de los
demás, ya sea por su conocimiento, experiencia o valor como personas.

A su
vez, el respeto tiene que ver con las creencias religiosas: ya sea porque en
nuestro hogar tuvimos una determinada formación, o porque a lo largo de la vida,
hemos construido una convicción. En este sentido, todos tenemos una posición
respecto de la religión y de la espiritualidad. Como la convicción religiosa es
íntima, resulta una de las fuentes de problemas más comunes en la historia de la
humanidad.

De
esto deviene el concepto de Pluralidad, esto es, la convivencia de diferentes
ideas y posturas respecto de algún tema, o de la vida misma. La pluralidad
enriquece en la medida en que hay elementos para formar una cultura. La
pluralidad cultural nos permite adoptar costumbres y tradiciones de otros
pueblos, y hacerlos nuestros. Sin embargo, cuando la pluralidad se integra en el
terreno de las convicciones políticas, sociales y religiosas las cosas se
dificultan.

Las
dificultades con respecto a estas cuestiones conlleva a la noción de
Intolerancia, es decir, “el no tolerar”.Fácilmente, ante alguien que no piensa,
no actúa, no vive o no cree como nosotros, podemos adoptar una actitud agresiva.
Esta actitud, cuando es tomada en contra de nuestras ideas se percibe como un
atropello a uno de nuestros valores fundamentales: la libertad. La intolerancia
desarrolla un grado de opresión que torna imposible la convivencia humana. ¿Y
nuestra propia tolerancia? ¿Debemos convencer a alguien que no es católico de
que no está en la verdad? ¿No es acaso eso ser "intolerante"?

Para
dar respuesta a estos interrogantes, y tocar el tema del respeto, la pluralidad
y la tolerancia con más profundidad, hemos hecho una selección del mejor
material sobre el tema desde los puntos de vista pedagógicos, éticos y
religiosos. Los artículos que presentamos en este segmento de valores nos hace
reflexionar en qué es el respeto, cómo se enseña y por qué es importante
enseñarlo a los hijos, el por qué de la intolerancia y de particular interés es
la sección "Iglesia y Valores", que nos habla de nuestra propia tolerancia
respecto de otras religiones y creencias y de la importancia de la pluralidad y
el respeto.

La Voluntad Humana:


Los
seres humanos poseen una capacidad que los mueve a realizar cosas de manera
intencionada, por encima de las dificultades o contratiempos de las mismas.


Todas
nuestras acciones se orientan por aquellas situaciones o cosas que aparecen como
buenas ante nosotros, desde las actividades recreativas hasta el empeño por
mejorar en nuestro trabajo, sacar adelante a la familia y ser cada vez más
productivos y eficientes.


En
relación a esta cuestión, podemos decir que nuestra voluntad opera
principalmente en dos sentidos:


- De
manera espontánea cuando nos sentimos motivados y convencidos a realizar algo,
como salir a pasear con alguien, empezar con un pasatiempo, organizar una
reunión, asistir al entrenamiento...


- De
forma consciente, cada vez que debemos esforzarnos a realizar las cosas:
terminar el informe a pesar del cansancio, estudiar la materia que no nos gusta
o dificulta, recoger las cosas que están fuera de su lugar, levantarnos a pesar
de la falta de sueño, etc.


Todo
esto representa la forma más pura del ejercicio de la voluntad, porque llegamos
a la decisión de actuar contando con los inconvenientes.


En lo
cotidiano, algunas actividades que iniciamos con gusto, al poco tiempo se
convierten en un reto o un desafío poco deseable. De esta manera, nos
enfrentamos con una disyuntiva: abandonar o continuar con estas actividades.


Con
relativa facilidad podemos dejarnos llevar por el gusto dejando de hacer cosas
importantes; esto se aprecia fácilmente cuando vemos a un joven que dedica horas
y horas a practicar un deporte, cultivar una afición o a salir con sus amigos,
por supuesto, abandonando su estudio; en los muchos arreglos del hogar o en la
oficina que tienen varios días o semanas esperando atención: el desperfecto en
el contacto de luz; el pasto crecido; ordenar el archivero, los cajones del
escritorio, o los objetos y papeles sobre el mismo...



Claramente, nuestra intención no es suficiente, como tampoco el saber lo que
debemos hacer. La voluntad sólo se manifiesta "haciendo". No por nada se ha
dicho que "obras son amores y no buenas razones".


La
falta de voluntad, puede evidenciarse cuando retrasamos el inicio de una labor;
cuando priorizamos aquellas actividades que son más fáciles en lugar de las
importantes y urgentes, o siempre que esperamos a tener el ánimo suficiente para
actuar. La falta de voluntad posee varios síntomas, ninguno de nosotros escapa
al influjo de la pereza o la comodidad, dos enemigos que obstruyen nuestras
acciones.


Al
respecto, podríamos realizar una comparación entre nuestra voluntad y los
músculos de nuestro cuerpo, estos últimos se hacen más débiles en la medida que
dejan de moverse. Con nuestra voluntad sucede lo mismo, cada situación requiere
un esfuerzo, una magnífica oportunidad para robustecerla, de otra manera, se
adormece y se traduce en falta de carácter, irresponsabilidad, pereza,
inconstancia...


En
este sentido, vivimos rodeados de personas ejemplares: aquel padre de familia
que cada día se levanta a la misma hora para acudir a su trabajo; la repetición
de las labores domésticas de la madre; el empresario que llega antes y se va
después que todos sus empleados; quienes dedican un poco más de tiempo a su
trabajo y así no dejar pendientes; el deportista que practica horas extras...
Cada uno de ellos no sólo asume su responsabilidad, sino que lucha diariamente
por cumplir y perfeccionar su quehacer cotidiano, lo que distingue a estas
personas es la continuidad y la perseverancia, es decir, su voluntad está
capacitada para hacer grandes esfuerzos por períodos de tiempo más largos.


Por
otra parte, esta decisión debe ser realista e inmediata, y en algunos casos
programada, no sirve de nada postergarla: esperar hasta “el lunes”, “el próximo
mes” o el "inicio de año", estos objetivos o buenos propósitos suelen retrasarse
para cuando estemos dispuestos o se presenten circunstancias más favorables.


Por
lo general, se presentan como ejemplos de este valor, modelos que personifican
una fuerza de voluntad a toda prueba frente a condiciones severamente adversas
(digamos en la televisión o el cine), sin embargo, la voluntad se fortalece en
las pequeñas cosas de nuestra vida cotidiana, normalmente en todo aquello que
nos cuesta trabajo, pero al mismo tiempo consideramos poco importante.


Por
eso, conviene reflexionar detenidamente en cuatro aspectos que nos ayudarán a
conseguir una voluntad firme:


-
Control de nuestros gustos personales: Levántate a la hora prevista y sin
retrasos (por eso siempre tienes prisa, te pones de mal humor y llegas tarde);
come menos golosinas o deja de estar probando cosas todo el día; piensa en una
actividad concreta para el fin de semana, y así no estar en estado de reposo
todo el tiempo; tus obligaciones y responsabilidades no son obstáculo para las
relaciones sociales, organiza tu tiempo para poder cumplir con todo; haz lo que
debes hacer sin detenerte a pensar si es de tu gusto y agrado.


-
Perfección de nuestras labores cotidianas: Establece una agenda de trabajo por
prioridades, esto te permite terminar a tiempo lo que empezaste; revisa todo lo
que hagas y corrige los errores; guarda o acomoda las cosas cuando hayas
terminado de usarlas; si te sobra tiempo dedícalo a avanzar otras tareas.


-
Aprendizaje de cosas nuevas: Infórmate, estudia y pon en práctica las nuevas
técnicas y medios que hay para desempeñar mejor tu trabajo; inscríbete a un
curso de idiomas; aprende a hacer reparaciones domésticas; desarrolla con
seriedad una afición: como aprender a tocar algún instrumento como la guitarra,
aprender a pintar, hacer teatro, etc.


-
Hacer algo por los demás: En casa siempre hay algo que hacer: disponer la mesa,
limpiar y acomodar los objetos, ir a comprar víveres, cuidar a los hijos (o los
hermanos, según sea el caso), recoger nuestras prendas, etc.; evita poner
pretextos de cansancio, falta de tiempo u ocupaciones ficticias para evitar
colaborar; haz lo necesario para llegar puntual a tus compromisos, así respetas
el tiempo de los demás. En todos los lugares que frecuentas se presentan muchas
oportunidades, ¡decídete!


Es
necesario tener en cuenta, que una voluntad férrea se convierte a la vez en
escudo y arma para protegernos de ciertas situaciones, miles de personas han
caído en la dependencia y en la aniquilación de su dignidad. En este sentido, la
voluntad es el motor de los demás valores, no sólo para adquirirlos sino para
perfeccionarlos, ningún valor puede cultivarse por sí solo si no hacemos un
esfuerzo, pues todo requiere pequeños y grandes sacrificios realizados con
constancia.







































martes, 13 de marzo de 2012

La Familia:







Cuando hablamos de familia hacemos referencia a un
grupo humano que convive y comparte un mismo espacio. De esta forma, se hace
explícita la importancia de la manutención, el respeto, los cuidados y la
educación de todos sus miembros. En este sentido, el objetivo es descubrir la
esencia que hace a la familia el lugar ideal para forjar los valores, y de esta
forma, alcanzar un modo de vida más humano y tolerante, que luego será
transmitido a la sociedad entera.



Lo
que hay que tener en cuenta es que, el valor de la familia no reside solamente
en aquellos encuentros habituales que se gestan en su seno, así como los
momentos de alegría y la resolución de problemas cotidianos. El valor nace y se
desarrolla cuando cada uno de sus miembros asume con responsabilidad y alegría
el papel que le ha tocado desempeñar en la familia, procurando el bienestar,
desarrollo y felicidad de todos los demás.

Esto
demuestra que formar y llevar una familia por un camino de superación permanente
no es una tarea sencilla. Por el contrario, la vida actual y sus exigencias
pueden dificultar la colaboración y la interacción. Las razones de ello se
encuentran en que muchas veces ambos padres trabajan. Ante esta situación, es
necesario dar orden y prioridad a todas nuestras obligaciones y aprender a vivir
con ellas. Debemos olvidar que cada miembro cumple con una tarea específica y un
tanto aislada de los demás: papá trabaja y trae dinero, mamá cuida hijos y
mantiene la casa en buen estado, los hijos estudian y deben obedecer.

Es
necesario reflexionar que el valor de la familia se basa fundamentalmente en la
presencia física, mental y espiritual de las personas en el hogar, con
disponibilidad al diálogo y a la convivencia, haciendo un esfuerzo por cultivar
los valores en la persona misma, y así estar en condiciones de transmitirlos y
enseñarlos. En un ambiente de alegría toda fatiga y esfuerzo se aligeran, lo que
hace ver la responsabilidad no como una carga, sino como una entrega gustosa en
beneficio de nuestros seres más queridos y cercanos.

Lo
primero que debemos resolver en una familia es el egoísmo: mi tiempo, mi
trabajo, mi diversión, mis gustos, mi descanso... si todos esperan comprensión y
cuidados ¿quién tendrá la iniciativa de servir a los demás? Si papá llega y se
acomoda como sultán, mamá se encierra en su habitación, o en definitiva ninguno
de los dos está disponible, no se puede pretender que los hijos entiendan que
deben ayudar, conversar y compartir tiempo con los demás.

La
generosidad nos hace superar el cansancio para escuchar los problemas de los
niños (o jóvenes) que para los adultos tienen poca importancia; dedicar un
tiempo especial para jugar, conversar o salir de paseo con todos el fin de
semana; la salida a cenar o al cine cada mes con el cónyuge... La unión familiar
no se plasma en una fotografía, se va tejiendo todos los días con pequeños
detalles de cariño y atención, sólo así demostramos un auténtico interés por
cada una de las personas que viven con nosotros.

Otra
idea fundamental es que en casa todos son importantes, nadie es mejor o
superior. Se valora el esfuerzo y dedicación puestos en el trabajo, el estudio y
la ayuda en casa, más que la perfección de los resultados obtenidos; se tiene el
empeño por servir a quien haga falta, para que aprenda y mejore; participamos de
las alegrías y fracasos, del mismo modo como lo haríamos con un amigo... Saberse
apreciado, respetado y comprendido, favorece a la autoestima, mejora la
convivencia y fomenta el espíritu de servicio.

Sería
utópico pensar que la convivencia cotidiana estuviera exenta de diferencias,
desacuerdos y pequeñas discusiones. La solución no está en demostrar quien manda
o tiene la razón, sino en mostrar que somos comprensivos y tenemos autodominio
para controlar los disgustos y el mal genio, en vez de entrar en una discusión
donde, por lo general, nadie queda del todo convencido. Todo conflicto cuyo
resultado es desfavorable para cualquiera de las partes, disminuye la
comunicación y la convivencia, hasta que poco a poco la alegría se va alejando
del hogar.


Cabria recalcar que los valores se viven en el hogar y se transmiten a los demás
como una forma de vida, en otras palabras, dando el ejemplo. En este sentido, la
acción de los padres resulta fundamental, pero los niños y jóvenes -con ese
sentido común tan característico- pueden dar verdaderas lecciones de cómo
vivirlos en los más mínimos detalles.

Ello
puede verse reflejado en una pequeña anécdota: en una reunión pasó un pequeño de
tres o cuatro años de edad frente a un familiar adulto, después de saludarle en
dos ocasiones y no recibir respuesta, se dirigió a su madre y le preguntó: "¿Por
qué tío (...) no me contestó cuándo le saludé?" La respuesta pudo ser
cualquiera, así como los motivos para no recibir respuesta, pero imaginemos el
desconcierto del niño al ver como las personas pueden comportarse de una manera
muy distinta a como se vive en casa. Se nota que está aprendiendo a cultivar la
amistad, a ser sociable y educado, seguramente después de este incidente le
enseñarán a ser comprensivo...

En
otro sentido, muchas familias se han abocado a la practica religiosa, ya que
encuentran en ella, una guía y un soporte para elevar su calidad de vida, ahí se
forma la conciencia para vivir los valores humanos de cara a Dios y en servicio
de los semejantes. Por tanto, en la fe se encuentra un motivo más elevado para
formar, cuidar y proteger a la familia.

En
primer lugar los padres son quienes tienen la responsabilidad de formar y educar
a sus hijos, sin embargo, estos últimos no quedan exentos. Los jóvenes solteros,
y aún los niños, comparten esa misma responsabilidad, pues en este camino todos
necesitamos ayuda para ser mejores personas. Actualmente triunfan aquellos que
se distinguen por su capacidad de trabajo, responsabilidad, confianza, empatía,
sociabilidad, comprensión, solidaridad, valores que se aprenden en casa y se
perfeccionan a lo largo de la vida, según la experiencia y la intención de
autosuperarse.

En
este sentido, si los seres humanos nos preocupáramos por cultivar los valores en
familia, todo a nuestro alrededor cambiaría, las relaciones serían más cordiales
y duraderas. Así, cada miembro de la familia se convertiría en un ejemplo (según
su edad y circunstancias personales), capaz de comprender y enseñar a los demás
la importancia y trascendencia que tiene para sus vidas, la vivencia de los
valores, los buenos hábitos y las costumbres.

La
felicidad de una familia no depende del numero de personas que la integren,
mientras que en ella todos participen de los mismos intereses, compartan gustos
y aficciones, es decir, se interesen unos por otros.

Ahora
bien, podríamos preguntarnos ¿cómo saber si en mi familia se están cultivando
los valores? Encontraremos la respuesta si todos dedican parte de su tiempo para
estar en casa y disfrutar de la compañía de los demás, buscando conversación,
convivencia y cariño, dejando las preocupaciones y el egoísmo a un lado.

Esta
serie de reflexiones demuestran que toda familia unida es feliz, más allá de la
posición económica, ya que los valores humanos no se compran, se viven, se
otorgan y se transmiten como un regalo más preciado que podemos dar. no existe
la familia perfecta, pero si aquellas que luchan y se esfuerzan por lograrlo.

La
vida en sociedad también supone una vida basada en valores. Posiblemente uno de
los valores que habla más de una persona es la decencia. La misma supone una
vida basada en la educación, compostura, respeto al semejante y por sí mismo.


domingo, 11 de marzo de 2012

Amor:



Al hablar de la voluntad dijimos que una de las cinco formas de querer
podía llamarse amor de benevolencia. La benevolencia como actitud moral
también nos es familiar: consiste en prestar asentimiento a lo real,
ayudar a los seres a ser ellos mismos.



Si pensamos un poco más en esa definición, y sobre todo en esa actitud,
enseguida descubriremos que consiste en afirmar al otro en cuanto otro.
Esto también puede ser llamado amor: «amar es querer un bien para otro».
El amor como benevolencia consiste, pues, en afirmar al otro, en querer
más otro, es decir, querer que haya más otro, que el otro crezca, se
desarrolle, y se haga «más grande». Esta forma de amor no refiere al ser
amado a las propias necesidades o deseos, sino que lo afirma en sí mismo,
en su alteridad. Por eso es el modo de amar más perfecto, porque es
desinteresado, busca que haya más otro. También podemos llamarlo
amor-dádiva, porque es el amor no egoísta, el que ante todo afirma al
ser amado y le da lo que necesita para crecer. Por eso, amar es afirmar
al otro.



Sin embargo, también existe la inclinación a la propia plenitud, un
querer ser más uno mismo. Esto es una forma de amor que podemos llamar
amor-necesidad, porque nos inclina a nuestra propia perfección y
desarrollo, nos hace tender a nuestro fin, nos inclina a crecer, a ser
más. Por eso podemos llamarlo también amor de deseo. Esta forma de amor
es el primer uso de la voluntad, que hemos llamado simplemente deseo o
apetito racional. Según él, amar es crecer. En cuanto la voluntad asume
las tendencias sensibles, en especial el deseo, éstas pueden llamarse
también amor, en el sentido de amor-necesidad o amor natural: «se llama
amor al principio del movimiento que tiende al fin amado», como dijimos
al clasificar los sentimientos y pasiones.



Hay que decir, sin embargo, que llamar amor al deseo de la propia
plenitud, a la inclinación a ser feliz, a la tendencia sensible y a la
racional, puede hacerse siempre y cuando este deseo no se separe del
amor de benevolencia, que es la forma genuina y propia de amar de los
seres humanos. La razón es la siguiente: el puro deseo supedita lo
deseado a uno mismo, es amarse a uno mismo, porque entonces se busca la
propia plenitud, y la consiguiente satisfacción, y, por así decir, se
alimenta uno con los bienes que desea y llega a poseer. Pero a las
personas no se las puede amar simplemente deseándolas, porque entonces
las utilizaríamos para nuestra propia satisfacción. A las personas hay
que amarlas de otra manera: con amor de amistad o benevolencia.



Así pues, el amor se divide de un primer modo, que es considerando su
forma, uso o manera, que es, como se acaba de ver, doble: el
amor-necesidad y el amor dádiva. En las acciones nacidas de la voluntad
amorosa, que se explicarán después, sucede algo realmente singular: el
quinto uso de la voluntad (el amor dádiva) refuerza y transforma los
cuatro restantes, empenzando por el amornecesidad o deseo. Hay, pues,
una correspondencia del amor de benevolencia con el amor-necesidad y los
restantes usos de la voluntad, de la cual resulta que éstos se potencian
al unirse con aquél. Antes de exponer esas acciones, y para terminar la
exposición general acerca del amor, son necesarias tres precisiones:



1) Todos los actos de la vida humana, de un modo o de otro, tienen que
ver con el amor, ya sea porque lo afirman o lo niegan. El amor es el uso
más humano y más profundo de la voluntad. Amar es un acto de la persona
y por eso ante todo se dirige a las demás personas. Sin ejercer estos
actos, y sin sentirlos dentro, o reflexionar sobre ellos, la vida humana
no merece la pena ser vivida.



De aquí se sigue que el amor no es un sentimiento, sino un acto de la
voluntad, acompañado por un sentimiento, que se siente con mucha o poca
intensidad, e incluso con ninguna. Puede haber amor sin sentimiento, y «sentimiento»
sin amor voluntario. Sentir no es querer. En las líneas que siguen se
pueden ver muchos ejemplos de actos del amor que pueden darse, y de
hecho se dan, sin sentimiento «amoroso» que los acompañe. El amor sin
sentimiento es más puro, y con él es más gozoso. Pero ambos no se pueden
confundir, aunque tampoco se pueden separar.



Ese sentimiento, que no necesariamente acompaña al amor sensible o
voluntario, puede llamarse afecto. Amar es sentir afecto. El afecto es
sentir que se quiere, y se reconoce fácilmente en el amor que tenemos a
las cosas materiales, las plantas y los animales, a quienes «cogemos
cariño» sin esperar correspondencia, excepto en el caso de los últimos.
El afecto produce familiaridad, cercanía física, y nace de ellas, como
ocurre con todo cuanto hay en el hogar. Pero además de afectos, el amor
tiene efectos: como todo sentimiento, se manifiesta con actos, obras y
acciones que testifican su existencia también en la voluntad. Los
afectos son sentimientos; los efectos son obra de la voluntad. El amor
está integrado por ambos, afectos y efectos. Si sólo se dan los primeros,
es puro sentimentalismo, que se desvanece ante el primer obstáculo.



2) Uno de los efectos del amor es su repercusión en el propio sujeto que
ama, y se llama place, que es el gozo o deleite sentido al poseer lo que
se busca o realizar lo que se quiere. De este modo «el placer
perfecciona toda actividad» y la misma vida, llevándola como a su
consumación. Se pueden señalar dos clases de placeres: «los que no lo
serían si no estuvieran precedidos por el deseo, y aquellos que lo son
de por sí, y no necesitan de esa preparación».



A los primeros podemos llamarles placeres-necesidad, y nacen de la
posesión de todo aquello que se ama con amor-necesidad, por ejemplo, un
trago de agua cuando tenemos sed. A los segundos podemos llamarlos
placeres de apreciación, y llegan de pronto, como un don no buscado, por
ejemplo, el aroma de un naranjal por el que cruzamos. Este segundo tipo
de placer exije saber apreciarlo: «los objetos que producen placer de
apreciación nos dan la sensación de que, en cierto modo, estamos
obligados a elogiarlos, a gozar de ellos», por ejemplo, todos los
placeres relacionados con la música. Se sitúan en el orden del
amor-dádiva porque exigen una afirmación placentera de lo amado
independiente de la utilidad inmediata para quien lo siente. El término
satisfacción, que se puede aplicar al primer tipo de placer, esclarece
también lo que se quiere indicar con el segundo.



La idea más habitual acerca del placer lo restringe más bien a la
fruición sensible y «egoísta» propia de los placeres-necesidad (dejarse
caer en el sillón al llegar a casa), pero tiende a dejar en la penumbra
la satisfacción, más profunda, de los placeres de apreciación (encontramos
un regalo en nuestra habitación). Los placeres gustan al hombre, de tal
modo que los busca siempre que puede. Está expuesto por ello al peligro
de buscarlos por capricho, y no por necesidad, haciendo de ellos un fin,
incurriendo entonces en el exceso (beber más de la cuenta si estamos
sedientos). Enseñar a alcanzar el punto medio de equilibrio entre el
exceso y el defecto de los placeres corresponde a la educación moral,
que produce la armonía del alma.



3) La división del amor en amor-necesidad y amor-dádiva se hace, como se
ha dicho, según el modo de querer en uno y otro caso (primer y quinto
uso de la voluntad respectivamente). Sin embargo, también se puede
dividir el amor según las personas a quienes se dirige, según tengan con
nosotros una comunidad de origen, natural o biológico, o no lo tengan.



En el primer caso, se da una cercanía y familiaridad físicas que hacen
crecer espontáneamente el afecto: padres, hijos, parientes... Este es un
amor a los que tienen que ver con mi origen natural. Podemos llamarlo
amor familiar o amor natural. Cuando no se da esta comunidad de origen,
el tipo de amor es diferente: lo llamaremos amistad, que a su vez puede
ser entendida como una relación intensa y continuada, o simplemente
ocasional. Un tercer tipo es aquella forma de amor entre hombre y mujer
que llamaremos eros y forma parte la sexualidad, y de la cual nace la
comunidad biológica humana llamada familia: es un amor de amistad
transformado, intermedio entre esta última y el amor natural.

 

La Responsabilidad:


No es algo sencillo, pero si es factible de ser percibida
en la vida cotidiana, especialmente en su aspecto negativo. Puede definirse como
una obligación, moral o legal del cumplimiento de deberes. En otras palabras es
un signo de madurez, ya que el cumplimiento de una obligación implica esfuerzos
por realizarlos y el no lograrlo genera consecuencias. 

De esta afirmación podríamos testificar que, otro concepto
fundamental tiene una implicancia directa con la responsabilidad. Ella es la
confianza, debido a que somos leales y tenemos fe en aquellas personas que
cumplen con lo que han prometido.




 Gracias a la responsabilidad, podemos convivir
tranquilamente en una sociedad, desde todos sus ámbitos: familiar, amistoso,
profesional o personal. Por todo esto decimos que ella es un valor.  

Y además debe ser algo estable. ¿Por qué? Por que, el
origen de su opuesto (la irresponsabilidad) se da justamente en la falta de
prioridades correctamente ordenadas. Ocasionalmente podemos tolerar la
irresponsabilidad de alguien, pero cuando esta comienza a ser más continua,
comenzamos a perder confianza en la persona a la cual le asignamos los deberes.
El tema aquí es que posteriormente las consecuencias de ellas son muy altas.

 Pero nos preguntaremos hasta aquí, ¿qué es ser
responsables? Actuar con responsabilidad implica asumir las consecuencias de
nuestras acciones y decisiones, tanto buenas como malas. Además es tratar de que
todos nuestros actos sean realizados de acuerdo a una noción de justicia y de
cumplimiento del deber en todos sus sentidos, sin necesidad de que nos den una
orden.

 Sabemos que es difícil de alcanzar, pero la
responsabilidad vale la pena. Es un valor porque de ella depende la estabilidad
de nuestras relaciones. Y como todos los valores, es un cimiento para fortalecer
nuestra convivencia social y personal.

 Siempre podemos hacer algo para mejorar nuestra
responsabilidad; como por ejemplo, reflexionar sobre todo lo que hacemos y nos
comprometemos, ya que debemos saber que las consecuencias reales de ello
influyen directamente sobre nosotros. Además debemos alcanzar de manera estable
y habitual que nuestras acciones concuerden con las promesas y obligaciones
realizadas.  

Y algo fundamental a tener en cuenta, es ayudar o en otras
palabras educar a las personas que nos rodean, a que adquieran también este
valor de la responsabilidad para que todo funcione mucho mejor. Pero, ojo!! No
tomemos el camino mas sencillo, el de dejar pasar las cosas, porque eso sería
justamente caer en la irresponsabilidad de no cumplir con nuestro deber. Debemos
hacer de la responsabilidad un correcto aprendizaje.

 El desarrollo de la capacidad de responder por los propios
actos (incluyendo aquellos que han sido involuntarios o accidentales), está
vinculado al logro de la autonomía personal que adquirimos desde niños, y a la
comprensión cabal de que existe una relación entre causas y efectos. Esto se
debe a que la maduración afectiva e intelectual desde esa etapa de desarrollo,
es en donde uno comienza a abandonar las conductas impulsivas propias de la
infancia y adquirir la posibilidad de reflexionar antes de actuar. 

Asegurarnos de que todos podamos convivir armónicamente, es
nuestro deber, solamente nos obligamos  a realizar todo lo que este a nuestro
alcance para lograrlo. Ello es así, ya que vivir la responsabilidad no es algo
cómodo, pero tampoco lo es el corregir a un irresponsable.  

Sabemos que es difícil, pero es algo que vale la pena
intentarlo. ¿Te pusiste a pensar? Te preguntaras que, pero es simple. Si todos
colaboraríamos con un pequeño granito de arena en vivir y edificar la
responsabilidad, nuestra sociedad, nuestros países y nuestro mundo, serían
totalmente diferentes al que hoy poseemos.

 Las pequeñas responsabilidades diarias, nos preparan de a
poco para ir asumiendo responsabilidades mayores. Si actuamos responsablemente,
logramos algo muy importante, que nos hace crecer: la confianza en nosotros
mismos, y la confianza de los demás. Actuar de esta forma, además permite elegir
con libertad, y actuar cada vez con mayor independencia y seguridad en nuestras
propias decisiones.

jueves, 8 de marzo de 2012

Folclor Venezolano

ORIGEN DEL TERMINO:

El término folklore proviene de las palabras inglesas Folk, que significa “pueblo” y Lore, que significa “Saber”, es decir: Saber del pueblo. Fue aplicado por primera vez, por el arqueólogo e investigador de tradiciones William John Thomas a lo que hasta entonces se llamaba en Inglaterra “Antigüedades Populares”.

DEFINICIÓN:

Dicho termino ideado por Thomas fue adoptado por todo el mundo, pero con diversos contenidos. Para darle cierta uniformidad convencional en la reunión mundial de la UNESCO (París, Febrero de 1982), fue acordada por los 44 países asistentes, la siguiente definición:

“El folklore es una creación originaria de un grupo y fundada en la cultura tradicional expresada por grupos o individuos reconocidos, como respondiendo a las aspiraciones de la comunidad, en cuanto éstas constituyen una manifestación de su identificada cultural y social”.

En Venezuela, el historiador periodista y médico Arístides Rojas (1826-1899) fue el primero que empleó el termino “Folklore”, en “El Cojo Ilustrado”, revista fundada en 1892.

CARACTERÍSTICAS DEL HECHO FOLKLORICO:

Se le denomina hecho folklórico a la expresión genuina de las manifestaciones folklóricas. El hecho folklórico representa las siguientes características:

  • Es anónimo, Tradicional, Empírico, Colectivo, Dinámico, Funcional, Popular, Regional, Nacional, Universal

FOLKLORE VENEZOLANO

ELEMENTOS ETNOGRÁFICOS DEL FOLKLORE VENEZOLANO

El folklore en Venezuela es uno de los más ricos y variados. Esas cualidades se deben, sobre todo, a que Venezuela es un país pluricultural formado por una mezcla de distintos elementos étnicos, y cada uno de esos elementos ha dado su aporte a la formación del folklore venezolano. No obstante, dichos elementos no son determinados directos y exclusivos para el origen y desarrollo de las manifestaciones folklóricas, ya que el pueblo, aunque las haya heredado e imitado, no las presenta de una manea igual a las que ha recibido, sino que las selecciona, adopta y recrea, dándole una forma nueva propia y original.

Si se analiza el hecho folklórico, podemos reconocer algunos aportes e influencias que se destacan. Entre estos son notables lo de procedencia indígena, europea y africana.

CLASIFICACION DEL FOLKLORE:

Los investigadores del folklore venezolano afirman que no se puede fijar una clasificación rígida del folklore. Adoptan una clasificación tripartita del folklore Material o Ergológico, folklore Social y folklore Espiritual-Mental.

1. FOLKLORE MATERIAL O ERGOLOGICO:

Al folklore material o ergológico (del griego “Ergo”= trabajo; “logos”= tratado) corresponden los objetos, en su sentido más amplio, Abarca todos los productos tangibles de la cultura popular tradicional y algunos trabajos de la economía rural.

Entre la amplia variedad de los mismos, seleccionamos algunos de los más conocidos:

  • Las Viviendas

  • Aunque las viviendas de los indígenas son muy interesantes, no pertenecen estrictamente al campo del folklore, sino a la etnografía.

    • Otras dependencias

  • Mobiliario y utensilios caseros

    • La Sala.

    • La Cocina.

    • El cuarto de dormir.

  • Comidas criollas

  • La alimentación criolla tomando en cuenta su origen es el resultado de sus influencias indígenas africanas, europeas, y, en menor cantidad asiáticas.

    Algunas comidas típicas:

    • La Hallaca.

    • La Arepa.

    • La Cachapa.

    • El Casabe.

    • La Hallaquita.

    • El Sancocho.

    • El Pabellón criollo.

  • Economía tradicional

    • La Agricultura.

    • La Dulcería.

    • La Pesca.

    • La Caza.

  • Artesanía tradicional

  • Es un trabajo que se realiza de forma manual con instrumentos y técnicas no industriales, es tradicional cuando ha sido heredada de los antepasados y, por transmisión oral, es representativa de la cultura popular.

    • Alfarería.

    • Textilería.

    • Redes de pescas y atarrayas.

    • Ruanas y cobijas.

    • Cestería.

    • Técnicas.

    • Decoración de las piezas.

    • Trabajos en madera.

    • Trabajos en cuero.

    2. FOLKLORE SOCIAL

    El folklore social trata de todo lo que se refiere a la vida de relación entre las personas considerada bajo su aspecto tradicional y popular, como el lenguaje, los usos y costumbres, las fiestas y celebraciones, los juegos infantiles y los de adultos.

  • El Lenguaje

  • Se denomina folklore lingüístico, el que estudia el habla popular, los modos de decir y las expresiones idiomáticas peculiares de una región o nación

  • Retahílas.

  • Trabalenguas.

  • Usos y costumbres.

  • Ritos mortuorios.

  • Fiestas tradicionales venezolanas:

    • Paradura del Niño.

    • Fiesta del Día del Comerciante.

    • Fiesta de los Reyes Magos.

    • Fiesta de la Divina Pastora.

    • Fiesta del Santo Niño Jesús de Escuque.

    • Ferias y Fiestas de San Sebastián.

    • Nuestra Sra. de la Candelaria.

    • Fiesta de Carnaval.

    • Fiesta de San José.

    • Semana Santa.

    • La Quema de Judas.

    • Fiesta de la Santísima Cruz de Mayo.

    • San Isidro Labrador.

    • Fiesta del Corpus Christi.

    • Fiesta de San Antonio de Padua.

    • Fiesta de San Juan Bautista.

    • Fiesta de San Pedro.

    • Fiesta de la Virgen del Carmen.

    • Fiesta de la Virgen de Coromoto.

    • Fiesta de Ntra. Sra. de la Consolación.

    • Fiesta de la Virgen del Valle.

    • Fiesta de Ntra. Sra. de las Mercedes.

    • Fiesta del Arcángel San Miguel.

    • Fiesta de San Jerónimo.

    • Fiesta de Ntra. Sra. del Rosario.

    • Fiesta de San Rafael Arcángel.

    • Fiesta de Todos los Santos.

    • Fiesta de San Martín.

    • Fiesta de Ntra. Sra. de Chiquinquirá o Virgen de la Chinita.

    • Fiestas Navideñas en Venezuela.

    • Diversiones orientadas.

      • El Carite.

      • El Pájaro Guarandol.

      • El Sebucán.

      • La Iguana.

      • El Chiriguare.

      • La Burriquita.

      • Los Chimichimitos.

    • Juegos de niños

      • Los caballitos.

      • Carreras de saco.

      • Carreras de Relevo.

      • El Gato y el ratón.

      • El Palo Ensebado.

      • La Cadena.

      • El Papagayo.

      • Arroz con coco.

      • El Pico Pico.

      • A la Víbora de la mar.

      • La Gallina ciega.

      • Juego de Trompo.

      • Doña Ana.

      • Juego de la Parapara.

      3. FOLKLORE ESPIRITUAL MENTAL

      El folklore espiritual mental se ocupa de los hechos folklóricos inmateriales no tangibles, y de los que son producto del espíritu o mente del hombre.

      Abarca entre otros, los siguientes aspectos: folklore literario, los instrumentos musicales y la artesanía popular.

    • Folklore literario. Es muy rico y diversificado. Se expresa en verso y prosa.

    • En verso: romances, corridos, décimas y coplas

    • Mitos:

      • Amalivaca (Mito tamanaco)

        • Maria Lionza

        • El Mito del Dorado

        • El origen del fuego (mito guajiro)

        • El sol (mito warao)

        • Wayari creando hombres (mito piarioa)

        • Las cinco águilas blancas

        • Leyendas

          • El Anima del Pica Pica

          • Un fantasma llamado “El silbón”

          • Leyenda del Parawá-Kaipú

          • El Cristo Pescador

          • El Escapulario de la virgen cuajaracuma

          • La Piedra de la indica encantada

          • La Limosna del Rey Manaure

          • La Casa del tesoro

          • El Toro de Piedra del río Yocoima

          • El Coplero que se ganó al diablo.

          • Cuentos

            • El Conuco del Tío conejo.

            • Los Trabajadores.

            • La Princesa Sardinita..

            • La Controversia del Tigre y el Caimán

            • El Zorro y el Monito Saltarín.

            • La Mujer del lomo de vidrio.

            • El Indio convertido en garza.

            • Aventura de los tres hijos de un sastre.

          • Instrumentos musicales

            • El Chineco.

            • El Quitiplán.

            • La Maraca.

            • La Charrasca.

            • La Marímbola.

            Estos son instrumentos idiofónos, porque producen el sonido con la vibración de ellos mismos.

            • El Cumaco.

            • El Chimbanguele.

            • El Curbata.

            • El Tambor Redondo.

            • El Furruco.

            Estos son instrumentos membranófonos porque producen sonido al golpear o frotar sus membranas rígidamente estiradas.

            • El Arpa Criolla.

            • El Cuatro.

            • La Bandola.

            • El Violín Criollo.

            • El Carángano.

            Estos son instrumentos cordófonos porque suenan por vibración de una o varias cuerdas.

            • Flautas de soplo.

            • Las Turas.

            • Los Cachos.

            • La Guarura o Botuto.

            Estos son instrumentos aerófonos, ya que producen el sonido al pasar, en vibración, el aire cuando se les sopla.

          • Arte popular

            • Máscaras.

            • Tallas de Anima.

            • Figuras de Balalá.

            • Trabajos en Carey y parape.

            • Trabajos en cachos.

            • Trabajos en cartón.

          • Supersticiones

          • Magia y hechicería

          • Medicina tradicional.

          • BIBLIOGRAFÍA

            • Hernández, Rafael (2001). “Folklore Básico de Venezuela”. Editorial Salesiana, S.A., Caracas. Autor.

            • Domínguez, Luis (1990). “Encuentro con el Folklore en Venezuela”. Editorial Kapeluz Venezolana, S.A., Caracas, Autor.

            INDICE

            INTRODUCCIÓN

            ORIGEN DEL TERMINO

            DEFINICIÓN

            CARACTERÍSTICAS DEL HECHO FOLKLÓRICO

            FOLKLORE VENEZOLANO

            • ELEMENTOS ETNOGRÁFICOS DEL FOLKLORE VENEZOLANO

            CLASIFICACION DEL FOLKLORE

          • FOLKLORE MATERIAL O ERGOLÓGICO

            • Las Viviendas

            • Mobiliarios y Utensilios Caseros

            • Comidas Criollas

            • Economía Tradicional

            • Artesanía Tradicional

          • FOLKLORE SOCIAL

            • El Lenguaje

            • Retahílas

            • Trabalenguas

            • Usos y Costumbres

            • Ritos Mortuorios

            • Fiestas Tradicionales Venezolanas

            • Diversiones Orientadas

            • Juegos de Niños

          • FOLKLORE ESPIRITUAL O MENTAL

            • Folklore Literario

            • Mitos

            • Leyendas

            • Cuentos

            • Instrumentos Musicales

            • Arte Popular

            • Supersticiones

            • Magia y Hechicería

            • Medicina Tradicional

            'Folklore venezolano'

            'Folklore venezolano'

    Los valores en Venezuela

    Por: Ronald Salazar



    Los valores son el conjunto de cualidades que posee una persona. En Venezuela, muchos valores se han perdido debido al crecimiento de la población, el desarrollo de las sociedades y su despreocupación por recuperar las cualidades de importancia, es decir las cualidades de valor para el hombre, ya que éste se ha dedicado más al desarrollo de la ciencia y la tecnología que al desarrollo de su educación y su cultura.



    Uno de estos valores es el respeto a las demás personas y la caballerosidad, por ejemplo en el transporte público ya los hombres no seden sus puestos a las personas mayores, ni tampoco a las mujeres embarazadas. Actualmente pocas personas ayudan a los discapacitados a subir al autobús o a cruzar la calle. Otro valor que se ha perdido es el almuerzo en familia puesto que a pocas personas les da tiempo para desayunar, almorzar o cenar en casa con sus familiares. Debido al acelerado ritmo de vida aunado al ajetreo de la ciudad, costumbres antiguas como: ponerse de pie cuando una dama se levanta de la mesa, hacer la oración de gracias antes de comer, ir a la iglesia en familia, entre otros, son acciones inusuales, incluso hasta extrañas para algunos.



    Otros valores que se han perdido- y quizás son los más importantes que tenía la sociedad venezolana- son: el valor de la palabra comprometida, la responsabilidad y la puntualidad. Antes, los hombres no necesitaban de un papel firmado y notariado, ni muchos menos de un abogado para resolver sus negocios, simplemente se comprometían y su palabra tenía el valor suficiente para que los otros confiaran en su buena fe. A parte de cumplir con su palabra, los hombres cumplían con las responsabilidades que adquirían, eran puntuales y si fallaban, por una u otra causa, sabían pedir disculpas y buscar soluciones que repararán sus errores.



    Según el periodista Oscar Yanes en una entrevista para la revista Estampas, dijo: "en Venezuela se olvido el premio y el castigo" y esto lo considero un valor perdido porque era una motivación para las personas que hacían algo bien recibir un premio, y por ello trataban de hacer las cosas lo mejor posible para no ser castigados. En la actualidad, las acciones y las personas que deberían ser premiadas o reconocidas muchas veces no lo son, y en otras ocasiones, esos premios más que motivaciones de crecimiento personal son objetos con valor meramente material. Lo mismo ha sucedido con el castigo, sólo algunas personas tienen su merecido ante acciones malas y en varias situaciones, el castigo se convierte en maltrato y abuso en lugar de una corrección de errores.

    La posible solución para recuperar los valores perdidos se encuentra en la familia, ya que si la familia venezolana se propone a educar a sus hijos y a enseñarles esos valores, estos algún día se podrán recuperar.



    En fin, los valores son cualidades y principios importantes que poseen- o que deben poseer- las personas. Estos valores se deben recuperar para tener una sociedad mejor, para vivir más felices y sentirnos bien como personas.